Leyenda de la Susona, Sevilla.

Sevilla, el Barrio de Santa Cruz , este es el enclave de la leyenda que os voy a contar. En una ciudad con tanta historia, el ir paseando por sus calles supone a la vez ir descubriendo muchas historias bonitas y sorprendentes, a veces adornadas por el pueblo a través de los años con parte de fantasía convirtiéndolas así en leyendas.
Un día mientras realizaba una visita con mi clase de gestión cultural, por uno de los barrios más bonitos y con más solera de la ciudad, El Barrio de Santa Cruz, parte del antiguo barrio de la judería Sevillana, descubrí esta leyenda. Uno de mis profesores, me contó la historia. Para aquel que no conozca Sevilla,El Barrio de Santa Cruz está compuesto de calles y callejones laberínticos , muy estrechos ( algunas de poco más de un metro). Por una de estas calles, cerca del patio de Banderas y desembocando en la Plaza de Doña Elvira se encontraba la antigua calle de la Muerte, ahora en honor de la historia que os voy a contar calle Susona.
Nos llamó la atención el profesor, para que nos fijaremos,en un azulejo muy macrabro que había en la pared. Azulejo que representaba, y venía a dejar huella de una historia de amor, traición y venganza.
Como casi todo el mundo sabe, el sur de España,aderas, ha sido crisol de muchas culturas, y ha visto crecer numerosas religiones. sin embargo las más duraderas, han sido: la judía, cristiana y la morisca. En ocasiones, las diferencias entre ambas, se hicieron notables, dando origen a historias como esta.
En 1481, en la época de los reyes Católicos, empezó a fraguarse un complot por parte de los judíos. Esto sucedió como represalias al trato sufrido de parte de los cristianos. La cosa ya venía de un siglo antes, cuando se produjo una gran matanza, con cerca de 4000 judíos muertos en la que casi terminaron con los judíos de Sevilla.
Los judíos intentaban, mediante el citado complot, hacerse con el control de la ciudad. Para ello también buscaron el apoyo morisco
El lugar elegido para la reunión de estos fue la casa de Diego Susón judío converso, cabecilla de la revuelta. Este banquero vivía con su hija Susana Ben Susón, conocida en la ciudad como "la fermosa fembra" por su hermosura .
La judía recibía tantos halagos de sus vecinos que le hizo soñar con alcanzar un puesto en la vida social de la ciudad y comenzó a verse con un hidalgo cristiano de Sevilla.
Un día mientras esperaba que todos se acostasen en su casa para ir al encuentro de su amante se enteró de la conspiración que tramaban los suyos con su padre a la cabeza , en la cual pensaban atacar a los principales caballeros de la ciudad .
Temiendo que le pasase algo a su amado, Susona acudió a su amante para advertirlo del peligro que corría y que así este pudiese ponerse a salvo. No se dio cuenta que con ello ponía en peligro a toda la colonia judía de Sevilla.
Su amante en cuanto pudo, puso la rebelión a oídos del asistente de la ciudad Don Diego de Merlo , que se personó en la judería para acabar con el complot y detener a los cabecillas de la misma. Entre ellos evidentemente se encontraba Diego Susón, el padre de nuestra protagonista.
Detuvieron a los judíos y se lo llevaron a la cárcel , donde permanecieron unos pocos días y después fueron ahorcarlos en Tablada.
Repudiada por los suyos, por ser la causante de la muerte de su propia gente, y tras caer en la cuenta de su grave error, la Susona desesperada busca ayuda en la Catedral donde le dan la confesión y el bautismo.
Pero esto no queda aquí, por que para más desgracia de nuestra protagonista, su galán, no quiso saber más de ella. La pobre joven, desesperada, desalentada, busca refugio en un monasterio de clausura.
A la muerte de la Susona y tras abrir su testamento, se encontró en él escrito "Y para que sirva de ejemplo a los jóvenes en testimonio de mi desdicha, mando que cuando haya muerto separen mi cabeza de mi cuerpo y la pongan sujeta en un clavo sobre la puerta de mi casa, y quede allí para siempre jamás".
Ciertamente se hizo la voluntad de la misma y tras su muerte y durante más de un siglo, hasta bien entrado el 1600 permaneció la cabeza de esta en dicho lugar en la conocida por este macabro motivo como calle de la muerte.
Tiempo después se colocó un azulejo con una carabela y se cambió el nombre de la calle , por Susona .Esto se puede ver todavía en el Barrio de Santa Cruz.
Azulejo de la Susona 
Los datos mencionados en esta leyenda son rigurosamente ciertos y se conservan los nombres de los participantes en la reunión y las frases que mencionó Diego Susón al ir al patíbulo.